27 de octubre de 2014

Marrón

Eran las 3:30 de la tarde de un día miércoles.
Aquellos días en los que el sol resplandecía y el calor abrazaba cada rincón de la ciudad, hasta volverse insoportable. 
Ciertamente aquel era un día distinto, en el que el viento soplaba de manera sutil sobre la espesura de los árboles que callaban varios secretos, desde hacía varios ayeres. 

No sé que fue más extraño;
Que aquel día no tropezara, o escuchar tu bello nombre en Hebreo, proveniente del  mismo ángel  que  fuere valiente y noble, igual de determinante y humilde que tú. 

No sé si  fue  más extraño que  al conocerte perdiera el aliento, o tu instinto  de  protección repentino hacia mí.  No sé si  fue  coincidencia  encontrarte  cuando  NO  te buscaba o  haber caminado varias veces tan cerca de tí sin saberlo en el pasado. 

Todo comenzó con un Hola, Seguido de tu carisma abrumadora, y tus ojos color marrón oscuro.  Tu complexión diseñada para mirarme, como quien mira  un lago en el horizonte, ni tan arriba, ni tan abajo.  
O  quizá  todo comenzó al verte levantar tus manos adorando al Soberano, quien fuere  testigo de mi amor por tí. Amor que crecería con el  paso del tiempo y que callaría para poder  convertirme en tu ayuda idónea sin que  lo  supieras,  pues  había puesto los ojos en quien sufría por alguien más.

Ni así reconocía que me  agradabas. más  que agradarme,  creo  que  te quería más allá de lo que se quiere a un amigo. 

Y hacías honor a tu nombre, yo sabía que Dios era tu fuerza, más que levantar tus manos, o mover los dedos sobre una guitarra eléctrica sabía que tu misión es y sería alabarle. 

Hacías  todo tan bien, cumplías  tan bien tu  papel  de  abrigarme, de  cuidarme, de escucharme cunado  tenía el  corazón roto por aquella decepción  recurrente.  
Me  enamoré  de  tu  voz grave, hermosa, de  tu risa irónica  y  discreta,  de  tu  forma tan sutil  de decir  que  me quieres.  

No  sé  que  fué más extraño,  escuchar  tu  nombre  que  nunca conocería  si no fuera  por tí, o  el que  me obligaras  con tu  hermosa  sonrisa a ser asquerosamente  cursi de forma  involuntaria.  
No  sé  que es más  hermoso,  escucharte  hablar  u  observar  tu  forma peculiar  de  vestir, tan varonil  y  sencilla, tan casual  y  atractiva. 
No sé que fué lo que me cautivó, escucharte decir que me querías para siempre, o la manera en que dices: 
"Escúchame nena, confía en mí o te haré enojar o llorar, tal vez reír, pero algo va a pasar..."